La microbiota intestinal se denomina a la comunidad de microorganismos vivos que residen en el tracto digestivo. Este ecosistema microbiano es complejo y está compuesto principalmente de bacterias, pero también virus, hongos y protozoos. Estos microorganismos colonizan el intestino de manera permanente, aunque otros también pueden residir de manera transitoria. Se ha calculado que la microbiota intestinal está compuesta de más de 100 billones de bacterias de hasta mil especies diferentes, por lo que supera con creces la cantidad total de las células del cuerpo humano y equivale a casi dos kilos de nuestro peso.
Desde hace varias décadas se conoce la existencia de la microbiota intestinal y su implicación indispensable en procesos digestivos y de metabolismo, contribuyendo a la absorción de nutrientes y energía. Aunque en la última década, es cuando se ha incrementado el conocimiento y su implicación en múltiples funciones más allá de la nutritiva, por lo que algunos investigadores consideran a la microbiota como un órgano más de nuestro organismo. Veamos las más funciones más relevantes:
- Actividad metabólica: La microbiota intestinal se nutre fundamentalmente de la fibra que viene de la dieta, la cual somos incapaces de digerir, y como resultado favorece la recuperación de energía en forma de ácidos grasos de cadena corta. Además, también participa en la producción de ciertas vitaminas (B y K), metabolizan ácidos biliares y colesterol, ayudan en la absorción de minerales como el calcio y hierro, e incluso se ha identificado que pueden producir hormonas y neurotransmisores. En definitiva, podemos decir que ayudan a nuestra salud física y mental.
- Efecto sobre la respuesta inmune: Se ha descrito que la microbiota intestinal ejerce un papel protector previniendo la invasión y proliferación de patógenos, pero también favoreciendo el mantenimiento del tracto gastrointestinal y el desarrollo y maduración del sistema inmune. Así, podemos decir que nos protege y mantiene alerta a nuestro sistema inmune.
Tal es la importancia que, en los últimos años, numerosos grupos de investigación a nivel mundial están trabajando en la identificación de la composición de la microbiota intestinal y evaluando como varía durante la edad, así como es modulada por factores externos como la dieta, el ejercicio o por el estado de salud de la persona, entre otros.
La composición de la microbiota es específica de cada persona y varía en función de la edad. Cuando nacemos carecemos de ella y, tras el parto, nuestro tracto gastrointestinal se va colonizando de manera gradual por varios grupos bacterianos, principalmente Bifidobacterias. La microbiota alcanza su madurez y una mayor complejidad alrededor de los 3 años de vida. Una vez se establece, la microbiota es estable en el tiempo y muy variada tanto en el número como en la cantidad de centenares de grupos bacterianos.
Dentro de este ecosistema tan diverso se pueden destacar cuatro grupos mayoritarios (definidos como filos): Firmicutes y Bacterioidetes que representan alrededor del 90%, seguidos de Actinobacteria y Proteobacteria. Todos estos grupos, junto con el resto, están en constante equilibrio en nuestro tracto digestivo, creciendo, compitiendo para alimentarse de los recursos que llegan al tracto digestivo y también muriendo. Sin embargo, al igual que las personas, no todas las bacterias se comportan igual ni tienen los mismos gustos, ni tampoco la misma eficiencia para obtener energía de los recursos que llegan a su entorno. Así, el tipo de alimentación, la abundancia o escasez de ciertos componentes alimentarios, junto con otro tipo de factores externos, puede influir en el predominio de unos grupos bacterianos sobre otros.
¿Por qué es importante cuidar nuestra microbiota?
Tal como hemos comentado, una vez se establece la microbiota tras la infancia, varía más lentamente y se mantiene en equilibrio. Este equilibrio es fundamental para el correcto funcionamiento de la homeostasis del organismo.
Así, una dieta poco saludable rica en grasas y azúcar, y por consiguiente, baja en fibra y alimentos vegetales, el uso excesivo de antibióticos, estrés, celiaquía, etc., pueden provocar un desequilibrio en este ecosistema, perjudicando a grupos beneficiosos y/o favoreciendo el crecimiento de grupos perjudiciales para el organismo.
Cuando este equilibrio se descontrola alterándose su composición (término denominado disbiosis intestinal), conlleva a disfunciones digestivas, metabólicas, o inmunitarias, repercutiendo en problemas graves para la salud.
A manera muy resumida, la disbiosis puede provocar la aparición de varios problemas:
- Problemas intestinales: Generalmente son los más comunes, y pueden ir desde problemas leves y puntuales como diarreas, dolores intestinales, gases, problemas digestivos, estreñimiento, etc., hasta más graves como colitis ulcerosa o síndrome del colon irritable. Además, la disbiosis intestinal puede generar la alteración y ruptura de la barrera intestinal provocando la entrada al organismo de patógenos y fragmentos bacterianos antigénicos como el lipopolisicárido (LPS) (término conocido como endotoxemia metabólica) que pueden desencadenar estados inflamatorios y riesgo cardiovascular.
- Patologías metabólicas: Se ha descrito que ciertas patologías como obesidad, diabetes, esteatosis hepática no alcohólica, intolerancias alimentarias, alergias y asma, ciertos tipos de cáncer, e incluso las enfermedades neurodegenerativas, han sido asociadas a una ruptura del equilibrio en la composición o la función de la microbiota intestinal. En este sentido, se ha descrito que personas obesas y con sobrepeso, así aquellas que presentan síndrome metabólico suelen presentar un incremento de Firmicutes y un menor de Bacteriodetes (donde se incluyen especies bacterianas beneficiosas) (Raoult, 2008).
- Otros síntomas asociados con disbiosis intestinal descritos son fatiga, dolor de cabeza, irritabilidad, inflamaciones cutáneas, etc.
Por tanto, aunque todavía se desconocen cuáles son los mecanismos implicados, cada vez más se está confirmando que cuidar de nuestra microbiota intestinal es una importante alternativa para prevenir la aparición de enfermedades crónicas como obesidad y otras enfermedades crónicas.
¿Cómo podemos cuidar de nuestra microbiota?
Se ha descrito que un estilo de vida saludable puede ayudar a mejorar la salud intestinal y mantener el equilibrio de la microbiota intestinal. Aquí, se incluyen hábitos saludables como realizar ejercicio moderado a diario, y evitar el estrés, el tabaco y el consumo de alcohol, y por supuesto, seguir una dieta saludable es fundamental.
Como hemos comentado, la dieta nos alimenta, pero también nutre a nuestra microbiota, por lo que su composición depende de lo que comemos. Los distintos grupos bacterianos están adaptados a diferentes tipos de nutrientes, así que cualquier cambio en nuestra dieta repercute en ella.
Dentro de una dieta saludable, es recomendable incorporar regularmente en nuestra dieta alimentos de origen vegetal como frutas y verduras por su gran aporte en fibra, en contra de alimentos altos en grasa y azúcares simples como dulces, bollería, carnes rojas, alimentos ultraprocesados, embutidos, que son pobres en fibra. En este sentido, se ha descrito que dietas poco saludables ‘comida basura’ se relacionan con un descenso en bacterias beneficiosas del grupo Bacterioidetes (Turnbaugh y cols. 2009). Por el contrario, seguir una dieta rica en vegetales, frutas, legumbres, frutos secos y priorizar productos integrales (pan, arroz, pasta, etc.) nos aporta una gran cantidad de fibra que alimenta y favorece el crecimiento y la actividad de muchas bacterias beneficiosas de nuestra microbiota.
Así, la fibra dietética actúa como prebiótico, es decir, el alimento ideal para nuestras bacterias que llega al colon donde solo ellas son capaces de digerirla. Estos prebióticos se encuentran de manera natural en muchas verduras y frutas, así como cereales y frutos secos. Además, una dieta rica en alimentos vegetales promueven una microbiota más variada y, por tanto, más saludable con predominio de bacterias más beneficiosas.
Pero es que el beneficio del consumo de frutas y verduras va más allá de su presencia de fibra o vitaminas, ya que nos aportan gran cantidad de polifenoles. Se ha descrito que muchos polifenoles también pueden mejorar la composición de la microbiota y favorecer la función intestinal y metabólica.
Del mismo modo, dentro de una dieta saludable, además de incorporar fibras prebióticas y polifenoles, es recomendable introducir alimentos fermentados con probióticos como el yogurt o kéfir, como los más característicos. Los probióticos son alimentos (también se encuentran como suplementos, al igual que prebióticos) que contienen microorganismos vivos, en su mayoría, bacterias beneficiosas presentes en una microbiota normal y sana, que se incorporan directamente al ecosistema microbiano con la intención de recuperar o mantener el equilibrio de la microbiota.
Por último, tal es la importancia de la microbiota intestinal, que recientes estudios van dirigidos a confirmar que la modulación de la microbiota ofrece la posibilidad de revertir ciertas patologías crónicas, así como tratamientos puntuales con antibióticos que afectan a la microbiota normal con alto riesgo de infecciones. De este modo, investigaciones con nuevos probióticos y prebióticos son cada vez más realizados para evaluar su potencial para mejorar la salud. Por otro lado, estudios más recientes están investigando trasplantes de materia fecal de personas sanas en pacientes con graves problemas como cáncer de colon, etc. (algo que se ha confirmado en modelos animales).
¿Y consumir alimentos como la granada regularmente ayuda a nuestra microbiota?
¡Por supuesto! Aquí, os lo contamos.
Como hemos comentado seguir una dieta saludable rica en frutas y verduras (por su alto contenido en fibra y polifenoles) es beneficioso para mantener el equilibrio de la microbiota intestinal. La granada (Punica Granatum) es una de las denominadas súper frutas al ser una fuente rica de nutrientes esenciales y antioxidantes entre los que destacan la vitamina C, A, ácido fólico y minerales como potasio y zinc, que ayudan a frenar el proceso de envejecimiento celular frente al estrés oxidativo, contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunológico y hormonal, así como de nuestra piel, vasos sanguíneos y huesos.
Además, la granada destaca su elevado contenido en fibra y polifenoles, por lo que como se descrito para otras frutas, puede modular positivamente nuestra microbiota intestinal.
Durante las últimas décadas, diversas investigaciones han puesto de manifiesto que la relación de los polifenoles y la microbiota va más allá de un efecto prebiótico, sino que, junto a sus nutrientes esenciales, los beneficios para la salud del consumo de granada se atribuyen a sus polifenoles, principalmente los elagitaninos como la punicalagina y sus metabolitos formados por la microbiota, las urolitinas, que son posteriormente absorbidos en el intestino. Sorprendente, ¿verdad?
Pero ¿dónde se encuentran los polifenoles? ¡Pues mayoritariamente en la corteza, por lo que tomar zumo de granada elaborado con granadas enteras facilita su consumo! Es más, un vaso de zumo de granada equivale a consumir unas tres granadas enteras, por lo que permite poder ingerir altas cantidades tanto de estos nutrientes como de antioxidantes.
Nuestros zumos de granada 100% exprimidos, sin azúcares añadidos, aportan todos los nutrientes esenciales de la granada y además, nos aportan una alta cantidad de polifenoles, por lo que el zumo, a diferencia de la fruta se convierte en un perfecto aliado para ayudar a nuestra microbiota a mantener su equilibrio, y poder prevenir o hacer frente a enfermedades crónicas relacionadas con disbiosis intestinal.
¿Y hay estudios clínicos que indiquen el beneficio de la granada en la modulación de la microbiota intestinal? ¡Cada vez más! En los últimos años cada vez son más los estudios clínicos que investigan su efecto sobre la microbiota, y así poder correlacionarlo con los efectos beneficiosos para la salud observados tras su consumo.
Hasta el momento, la mayoría de estudios clínicos que investigan la modulación de la microbiota por la granada se han realizado evaluando el consumo de extracto de granada rico en antioxidantes como la punicalagina ya que es la forma más fácil y directa de consumir los polifenoles de la granada. Por ejemplo, en Vitalgrana hemos desarrollado un extracto de granada donde en cada cápsula de BIO Punicalagina te aportará 50 mg de punicalagina y casi el 20% de la dosis diaria recomendada de Vitamina C.
¿Quieres saber más? Quédate y descubre los estudios más importantes.
Un primer estudio realizado por investigadores de la Universidad de California (UCLA) se llevó a cabo en 20 adultos sanos que consumieron 1000 mg de extracto de granada al día durante cuatro semanas. Cuando se analizó la microbiota de estos voluntarios antes y después del consumo de granada se observó que la intervención dietética produjo un aumento de microorganismos pertenecientes al grupo Actinobacteria y, fundamentalmente, una reducción significativa del grupo Firmicutes, lo cual se ha descrito como efecto beneficioso frente al desarrollo de obesidad.
Además, dentro de los cambios observados en diferentes especies concretas destacan que el consumo de extracto de granada produjo un aumento en los niveles de Verrucomicrobia (Akkermansia muciniphila) de más de 30 veces. Esto es importante porque diferentes estudios vinculan que la bacteria Akkermansia muciniphila es más abundante en la microbiota de personas sanas y se le ha asociado con beneficios para la salud como obesidad, sobrepeso y la diabetes tipo 2 (Depommier y cols. 2019). En conclusión, estos resultados sugieren que el consumo de granada podría inducir beneficios para la salud relacionados con cambios en la microbiota (Li y cols. 2015).
Posteriormente, estos mismos investigadores identificaron que la formación de urolitina A se asoció con una alta proporción de Akkermansia muciniphila tras el análisis de la microbiota tras el consumo extracto de granada (Henning y cols. 2017). Como os comentamos en un post anterior, las urolitinas son una familia de compuestos derivados del ácido elágico presente en la granada que se generan in vivo a partir de transformaciones realizadas por bacterias de la microbiota del colon, a los que cada vez más se les atribuye como los compuestos bioactivos de los polifenoles de la granada.
Más recientemente, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) realizaron un estudio doble ciego, cruzado, de dosis-respuesta, aleatorizado y controlado con placebo de más de 6 meses de duración. Este estudio se realizó en 49 voluntarios sanos con sobrepeso-obesidad consumieron dos dosis de extractos de granada (una y cuatro cápsulas al día conteniendo unos 400 mg/cápsula) intercaladas por periodos de lavado y fases consumiendo un placebo, con una duración de 3 semanas cada fase del estudio. En particular, el consumo de extracto de granada provocó una reducción de algunos marcadores de riesgo cardiovascular como colesterol, LDL-colesterol, etc., aunque solamente es aquellos individuos que mostraron un riesgo cardiovascular inicial más alto. Sorprendentemente, estos efectos se correlacionaron parcialmente con la producción de metabolitos microbianos derivados de los polifenoles de la granada, urolitinas, y el aumento de los niveles del genero bacteriano Gordonibacter que participa en la producción de las urolitinas (González-Sarrías y cols. 2017)
Además, en este mismo estudio se evaluó si estas personas con sobrepeso y obesidad podían presentar una disbiosis de su microbiota intestinal, al evaluar un proceso conocido como endotoxemia, que se basa en la presencia de componentes bacterianos como LPS en sangre que puede desencadenar graves problemas para la salud, debido a la alteración de la barrera intestinal. En este estudio se observó una disminución significativa de los niveles plasmáticos de una proteína de unión a LPS (LBP), un conocido marcador de endotoxemia y una leve disminución de la proteína C reactiva de alta sensibilidad (marcador de inflamación), pero solo después de la administración de mayor dosis de extracto de granada. Además, el análisis de la microbiota reveló que tras el consumo del extracto de granada se producía un aumento de microorganismos importantes para mantener el equilibrio normal de la microbiota intestinal y la función de barrera intestinal, particularmente Bacteroides, Faecalibacterium, Butyricicoccus, Odoribacter y Butyricimonas. Paralelamente, se produjo una disminución de microorganismos proinflamatorios, incluidos Parvimonas, Methanobrevibacter y Methanosphaera. En definitiva, queda claro que el consumo de extracto de granada disminuyó la endotoxemia en estas personas con sobrepeso y obesidad al modular la microbiota intestinal (González-Sarrías y cols. 2018a).
Algo similar se observó en otro estudio clínico realizado en 35 pacientes de cáncer de colon que suelen presentar un alto desequilibrio de la microbiota intestinal que suele repercutir en una alteración de la barrera intestinal que aumenta el riesgo de endotoxemia. Es este estudio se observó que el suplemento diario con 900 mg de un extracto de granada rico en elagitaninos (punicalagina) durante un periodo de 5 a 35 días repercutió en una reducción de LBP, marcador de endotoxemia, aunque no se analizó la microbiota intestinal para corroborar que se debe a una modulación positiva de la microbiota intestinal de estos pacientes (González-Sarrías y cols. 2018b).
Hemos hablado del extracto de granada, pero ¿qué hay del zumo de granada?
A diferencia de los estudios clínicos realizado con extracto de granada, hasta el momento solamente se ha realizado un estudio clínico en 12 voluntarios sanos tomaron un vaso de zumo de granada (200 mL) a diario durante 4 semanas. Una vez se analizó la microbiota de los voluntarios antes y después del consumo del zumo no se observaron aumentos significativos en la composición de la microbiota intestinal, en parte a las diferencias obesrvadas entre cada voluntario. Sin embargo, se observó un aumento significativo en la concentración metabolitos fenólicos, ácidos grasos de cadena corta y esteroides fecales relacionados potencialmente como promotores de la salud tras el consumo (Mosele y cols. 2015).
En definitiva, a día de hoy, son necesarios más estudios clínicos con mayor número de voluntarios y de mayor duración para confirmar que el beneficio para la salud del zumo de granada, descrito en muchas de las investigaciones realizadas, está mediado por la modulación de nuestra microbiota intestinal.
Pero el futuro es apasionante y en Vitalgrana estamos seguros de sus beneficios, y del mismo modo que para muchos investigadores consideramos a la granada como un alimento funcional, ya que sus efectos beneficiosos van más allá de los beneficios asociados a sus altas propiedades nutritivas. Nuestro principal objetivo es potenciar una alimentación más saludable, y así poder reducir el riesgo de enfermedades. Tanto nuestras cápsulas de extracto de granada como nuestros zumos Vitalgrana de granada 100% natural, rico en antioxidantes, son la mejor manera de obtener todos los beneficios de la granada de forma cómoda y sencilla. Y ¡recuerda!, cada botella contiene alrededor de 3 kilos de granada exprimida por lo que aportan mayores cantidades de polifenoles al encontrarse mayoritariamente en la corteza de esta la fruta. ¿A qué esperas para disfrutar de todos sus beneficios con el mejor sabor? Estamos seguros que no te arrepentirás.
Y recuerda, ¡Cuidar de tu microbiota es cuidar de tu salud!
Siéntete mejor que nunca con Vitalgrana.
Antonio Ortega Calleja dice
Me gustaría que agregasen en sus artículos de promoción, si los productos anunciados son aptos para diabéticos.
Vitalgrana dice
¡Hola Antonio!
Gracias por tu aportación, ¡lo tendremos en cuenta!
No obstante, hace poco escribimos un post en el que hablamos de la glucosa y la granada, la cual es un potencial aliado para regular los niveles de glucosa en sangre: https://www.vitalgrana.com/blog/zumo-de-granada-para-regular-los-niveles-de-glucosa.html
¡Esperamos que te sirva de ayuda!
Un cordial saludo,
El equipo de Vitalgrana.